Historias de Horror

Cuentos de terror del escritor panameño Enrique Ceballos

Era una tarde como cualquiera en el bar del pueblo, estaba ocupado con la clientela de siempre, nada nuevo se podía esperar, mas que …continue reading Cuento de terror: Los invitados

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Era una tarde como cualquiera en el bar del pueblo, estaba ocupado con la clientela de siempre, nada nuevo se podía esperar, mas que tipos que teniendo, o sin tener familia trataban de eludir las preocupaciones, penas, o simplemente les encantaba beber hasta desmayar.

Pero esta noche, entre todos ellos, había uno que celebraba algo especial, era el cumpleaños de Arturo, un hombre de tal vez mas de 50 años, era muy conocido en el pueblo, sin embargo no por eso tenía amigos, ni esposa, ni familia que lo esperara en casa, vivía totalmente solo.

Aunque esta noche quería cambiar eso, quería tener invitados en su casa para brindar por su cumpleaños, así que haciendo una pausa mientras tomaba otro trago, llamó la atención de todos en el bar.

-Escuchen…escuchen todos! -anunciaba Arturo en voz alta, pero sin poder ocultar lo borracho que estaba- los invito a mi casa, hoy estoy de aniversario, y no quiero brindar solo, todos pueden ir.

Las demás bebedores del lugar quedaron en silencio mirándose las caras unos a otros como sin entender que acababa de suceder, hasta que alguien expresó en tono incómodo:
-Pero que se cree este borracho loco?…a nadie le interesa tu cumpleaños, lárgate y déjanos en paz.

Luego todo fue risas en contra de Arturo, mientras el seguía bebiendo avergonzado, tomó unos tragos más y salió del bar en dirección a su casa, tambaleando y viendo doble, y empezó a cantar para calmar su tristeza.

Durante su camino a casa, se encontraba con muchas personas, a las que sin conocer y estando en el estado etílico en el que se encontraba, les invitaba a su casa a celebrar.

-Vengan….vengan a mi casa…celebren conmigo, todos están invitados!

Las personas no tenían otra reacción que no fuera de asco y repulsión hacia el.

Pero fue entonces cuando se encontró con un lamentable accidente de tránsito, parecía ser que una pareja acababa de fallecer en la calle, las luces de las ambulancias y patrullas dificultaban aún más el ya de por si torpe caminar de Arturo, aunque si pudo detenerse a observar por un momento y porque no?, hacer la invitación.

-Vaya, que mala suerte la de ustedes, morir en mi día, la muerte se los llevó…pues los invito a mi casa también a brindar, ya que los vivos no quieren…Muerte, te invito a tí, y a estos dos desgraciados!

Al fin llegó a su casa, sin saber siquiera como logró entrar a la misma, se sentó en el sofá, y finalmente los tragos lo hicieron quedarse dormido en la sala.

Pasaron unas horas, hasta caer ya la medianoche, y fue cuando unos golpes se escucharon en la puerta de Arturo, aunque no lo suficientemente fuerte como para despertarlo de su borrachera, pero luego aquellos golpes sonaron como si quisieran derrumbar la casa, y solo así se despertó Arturo.

-Que?…que sucede…me duele mucho la cabeza…quien llama?

Aún estaba algo mariado, pero lo suficientemente lúcido para abrir la puerta, luego de un par de arcadas, Arturo se asomó por la ventana primero, y allí se encontraba frente a su puerta una pareja que por la oscuridad de la noche le fue imposible ver quienes eran, pero estaban allí sin moverse como manaquíes, solo uno de los dos continuaba tocando la puerta sin cesar, en una especie de modo automático y tenebroso.

-Pero que demonios! – ya los escuché, vienen a celebrar conmigo?…seguro son del pueblo.

Al abrir la puerta Arturo, quedó mudo al ver a estas personas que no conocía, cuyas ropas estaban todas sucias y rotas, como si les acabara de pasar un accidente, pero antes de poder reaccionar, la pareja entró a la casa, haciendo gemidos extraños e intentaron sujetar a Arturo.

-Que hacen?…quienes son?…no me toquen!

Arturo logró evadir los intentos de aquella pareja por atraparlo y lo que vio fue el rostro desfigurado y ensangrentado que tenían, sus ojos eran blancos, eran una especie de zombies que lo querían devorar.

-Ustedes…ustedes son los del accidente?…como es posible?…

El terror se apoderó del cuerpo de Arturo y la adrenalina que sentía le esclarecía cada vez mas la memoria y entendió que después de todo, algunos si aceptaron su invitación. Los zombies lo perseguían por toda la casa, hasta lograr arrinconarlo en la cocina, no tenía escapatoria, toda su humanidad temblaba de espanto al ver a tan horribles seres que pretendían comerlo.

-Dios mío…que hice…que fue lo que hice?

Arturo intentó salir corriendo a otra parte, pero fue sujetado por fin por uno de sus invitados haciéndolo caer al suelo, mientras utilizaba toda su fuerza para tratar de zafarse, el otro le mordió la pierna a la altura de la rodilla, luego entre los dos dieron tantas mordidas que le arrancaron la pierna.

Los gritos de dolor, angustia y terror de Arturo no eran escuchados por nadie, por suerte la pareja invitada se quedó a comer el trozo de pierna como leones sobre una presa, permitiéndole a Arturo escapar arrastrándose por el suelo gritando y llorando arrepentido de lo que dijo esa noche.

Subió las escaleras arrastrándose, mientras dejaba un rastro enorme de sangre que brotaba del lugar donde antes tenía una pierna, aún así llegó a su cuarto, pero la pareja que ya había finalizado de comer, parece que todavía tenía hambre, y lo siguieron hasta arriba, Arturo en su desespero cerró la puerta para protegerse de los zombies que golpeaban y golpeaban con la clara idea de derribar la puerta y comerlo por completo, pero allí estaba a salvo.

-Debo hacer algo, o moriré desangrado, espero que la puerta resista… jamás volveré a beber, jamás volveré a burlarme de los muertos…algo debo…

Sus pensamientos fueron interrumpidos, porque en aquella habitación Arturo se dio cuenta que no estaba solo, su tercer y más importante invitado ya había llegado, un caballero vestido de negro de pies a cabeza, cuyo cuerpo también era negro como la oscuridad más profunda, solo sus ojos brillaban como los de un gato.

-Buenas noches Arturo!

-Qui…quien es usted?…como entró aquí?- intentaba balbucear Arturo, que ya casi se desmayaba por la perdida de sangre.
-Soy la Muerte Arturo, y vine a tu fiesta como me lo pediste!

Aquel hombre le regaló una sonrisa escalofriante a Arturo que solo pudo quedarse congelado de miedo con cara de horror, mientras la pareja seguía golpeando su puerta, que con cada golpe, cedía un poco más.

2 Comenarios

2 Records

  1. on 9 octubre, 2020 at 1:36 pm
    Alejandro escribió:

    Hola Enrique. Desde Argentina te felicito con mi mayor admiración por tu talento nato para escribir estas historias de terror. Te envidio sanamente, tus historias son atrapantes, realmente excelentes. Espero que sigas publicando más historias de horror. Mis más sinceras felicitaciones. Saludos desde Buenos Aires

    Responder
    • on 8 noviembre, 2020 at 10:18 am
      Enrique Ceballos escribió:

      Hola Alejandro, muchas gracias a ti por tomarte el tiempo de leer 😉

      Responder

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