Historias de Horror

Cuentos de terror del escritor panameño Enrique Ceballos

En este cuento de terror, una mujer vive con el temor de ser alguna vez invadida en su casa, quizás debería temerle a otra cosa.

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-Te digo Carolina, yo vivo sola como sabes, y mi mayor temor es que algún día encuentre a alguien en mi casa, aveces me despierto en las noches si escucho ruidos, salgo de la cama a revisar con un bate en la mano claro, pero mientras camino me repito a mi misma: «No hay nadie en mi casa, no hay nadie en mi casa».

-Jaja! de verdad Camila?…no me mal entiendas, se que estando tu sola y trabajando todo el día, seguro que da miedo pensar llegar a casa y que un ladrón esté dentro, pero repetirte que no hay nadie no creo que te ayude mucho.

-Tu no entiendes, siempre desde chica ese ha sido mi mayor temor, incluso cuando mis padres me dejaban sola en casa, no se explicarlo, pero es que siento que si alguien o algo se encuentra en mi casa, algo horrible puede pasar, no se como reaccionaría, tal vez me desmayo y hasta me violan.

-No te preocupes amiga, tienes mi número, si alguna vez sientes algo extraño me llamas.

Camila era una mujer sumamente precavida, su fobia era imaginarse que pudiera sufrir una invasion de casa, aunque también en las noches escuchaba ruidos que en ocasiones hacían que su mente pensara en fantasmas que la acosaban.

Además era una persona algo tímida y solitaria, solo Carolina era prácticamente la amiga que tenía, ambas trabajaban en el mismo lugar asi que se llevaban muy bien. Carolina por su parte si mantenía una relación con un hombre llamado Armando, realmente no era del agrado de Camila, pero por supuesto que respetaba a su amiga y su noviazgo.

Camila solía salir temprano en la mañana para ir a trabajar, pero con la mala costumbre de además de cargar una llave consigo, también escondía una entre las raíces de una planta que tenía en su patio, no sin antes mirar para todos lados antes de hacerlo, y asi estuvo mucho tiempo sin que nada pasara.

Una noche mientras dormía, Camila fue despertada por un inusual ruido que provenía de la sala, sonaba como pasos aunque muy leves, se levantó de la cama, tomó su fiel bate y bajó las escaleras repitiéndose como era de costumbre su frase «No hay nadie en mi casa», a lo mejor para ayudarse a conservar la calma.

Pero al llegar cerca de la sala en medio de la oscuridad, una sombra que parecía tener unos cuernos, estaba parada inmóvil aparentemente mirando en su dirección, Camila aterrada retrocedió dando gritos hasta su habitación cerrando la puerta y quedándose escondida hasta la mañana siguiente.

Al día siguiente no fue a trabajar y Carolina preocupada fue a visitarla a ver que sucedía, al llegar a casa de Camila, la encontró sentada en una esquina de la sala, algo sucia, parecía estar en u estado de shock, era obvio que no había comido ni se había aseado, aun permanecía en piyamas siendo ya de noche.

-Pero que te ha pasado Camila?…estas bien?

Camila al principio no decía palabra alguna, pero luego de un rato le contó a su amiga todo lo ocurrido y que estaba segura de que aquella tenebrosa figura regresaría esa noche, Carolina impactada por la historia y viendo como lloraba de miedo Camila, le propuso dormir esa noche junto a ella para que no estuviera sola, a lo que ella aceptó agradeciéndole.

Ambas se acostaron un poco después de las 10:00 p.m. no sin antes asegurar puertas y ventanas. La noche transcurrió sin novedades, hasta que como a las 2:30 a.m. el mismo ruido despertó a Camila nuevamente, quien visiblemente asustada, también despertó a Carolina.

-Sshhh! escuchas Carolina?…esa cosa está nuevamente en mi casa, es un demonio, que haremos?

-Cálmate Camila, quédate aquí, yo iré a ver.

Y asi Carolina bajó las escaleras en dirección a la sala mientras Camila espantada se quedaba en el borde de las misma esperando que su amiga regresara sin novedades, pero los minutos pasaban y Carolina no respondía a los tímidos llamados de Camila, ni regresaba tampoco, entonces Camila tomando su bate, fue en busca de ella, otra vez diciéndose a si misma que no había nadie en su casa.

En la sala se encontraba una escena que la pobre Camila nunca esperó ver, y era que su amiga estaba tirada en el suelo aparentemente herida, al correr a ayudarla, Camila entre lágrimas le acariciaba la cabeza y le hablaba pero Carolina no respondía, estaba desmayada. El error fue que al estar en el suelo con su amiga, Camila no vio como la sombra con cuernos en la cabeza se erguía detrás de ella dándole un fuerte golpe en la parte de atrás de la cabeza ocasionándole la muerte.

Minutos mas tarde, Carolina se ponía en pie sin ninguna herida y con una sonrisa en su rostro, caminó unos pasos en la oscuridad y encendió una lámpara iluminando a la espeluznante sombra con cuernos que todavía estaba parada frente al cadáver de Camila, resultando ser no otro que el novio de Carolina, Armando, que estaba utilizando una máscara para no ser descubierto por la occisa.

Ambos se dieron un beso sin importarles nada con lo que acababan de hacer, todo no fue más que un plan de Carolina y su novio para robar en casa de Camila, al conocer sobre la enorme fobia que le tenía a ser invadida, era muy fácil dominarla provocándole un gran susto, Carolina además conocía donde Camila escondía sus llaves al ser su mejor amiga, y aunque en un principio le ayudó a cerrar puertas y ventanas, mucho antes de eso Armando ya se encontraba dentro de la casa.

-Que estupida, pasé muchas horas escondido aquí esperando la noche Carolina.

-Lo sé mi amor, pero esta era la mejor forma de hacerlo, ella me dijo muchas veces que tenía prendas y cosas así, busquémoslas y larguémonos de esta casa.

Buscaron por toda la casa hasta que encontraron lo que querían, pero cuando fue el momento de escapar de la casa, algo no estaba bien, Armando se percató de que el cuerpo de Camila no estaba en el suelo.

-No puede ser, que no estaba muerta?

-Si seguro que lo estaba…mejor vámonos!

Pero antes de que pudieran salir, una sombra esta vez se encontraba detrás de ellos y de aquella oscura silueta una especie de susurro repetía, «No estoy sola en casa, no estoy sola en casa». Armando fue elevado del suelo unos 3 pies de altura por algo que ni siquiera lo estaba tocando, luego fue arrojado fuertemente contra la pared rompiendo su cuello.

Carolina temblaba de terror y no era capaz siquiera de voltear y mirar a aquella sombra que se acercaba a ella por la espalda y que seguía repitiendo sin cesar, «No estoy sola en casa». Pero no era necesario que Carolina mirara, la sombra emitiendo una especie de lamento abrió la boca de forma tan enorme que introdujo la cabeza completa de Carolina hasta el cuello, justo como las anacondas cuando devoran a sus presas, solo los brazos y piernas de Carolina se agitaban con desesperación en un esfuerzo inútil por escapar.

Nadie volvió a saber nada de ninguno de los tres, todos fueron reportados como desaparecidos, la casa de Camila continúa abandonada, tal vez el verdadero temor de Camila no era la fobia a que invadieran su casa, su verdadero temor era el saber como iba a reaccionar si eso pasaba.

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