Historias de Horror

Cuentos de terror del escritor panameño Enrique Ceballos

Muchos bebés están desapareciendo en el área.

Siempre habíamos querido tener un bebe, mi esposa y yo, estuvimos mucho intentándolo de muchas formas, hasta que por fin lo logramos, yo tenia un buen trabajo, por lo que vivíamos cómodamente en la ciudad en un área muy tranquila. Eso hasta que empezaron a haber reportes en las noticias de la desaparición de muchos recién nacidos en el área, las familias estaban devastadas y las autoridades no tenían pistas de lo que pasaba.

Sin embargo, no todos desaparecían, algunos simplemente amanecían muertos y sin una sola gota de sangre en sus cuerpecitos y por muy loco que parezca, se hablaba de una leyenda Mexicana, en la que mujeres vampiro entraban en las casas de las personas con hijos recién nacidos y les bebían toda la sangre.

Para que los padres no se dieran cuenta de sus visitas de alguna forma los hacían dormir profundamente, solo para que al despertar en la mañana, encontraran el macabro escenario de sus criaturas muertas o desaparecidas.

Mi esposa y yo teníamos a nuestro bebe recién nacido, y la verdad es que hasta que las autoridades no dieran con la respuesta y arrestaran a quien quiera que estaba haciendo estas cosas, no íbamos a arriesgar a nuestro hijo, por lo que pedí un permiso en mi trabajo, y me aleje junto a mi familia, a la casa de una prima que se encontraba fuera del país y le pedí que nos dejara estar en su casa un tiempo, ella aceptó y nos fuimos a aquel lugar.

La casa era muy espaciosa, y para nuestro alivio, tenia dos cuartos muy juntos, por lo que podíamos cuidar a nuestro de cerca, los días pasaban de forma tranquila, hasta que una noche, hubo una tormenta muy fuerte, fue tan intensa, que perdimos la energía en toda la casa, unos minutos después, mi esposa y yo, comenzamos a sentir mucho sueño, los párpados me pesaban, era como haber tomado una pastilla para dormir, recordé lo de la leyenda de las vampiras e intenté advertir a mi esposa, pero cuando volví a mirarla, ella ya estaba dormida profundamente.

Si no hubiera nunca escuchado de esa leyenda, dormiría sin problemas, pero algo no estaba bien, no era normal el sueño que sentía, era como si me estuviera desmayando, por lo que con las pocas fuerzas que me quedaban, no se como logré levantarme, tomar mi arma de la gaveta y arrastrarme hasta el cuarto donde estaba mi bebé, fue entonces cuando en medio de la oscuridad y gracias a luz que entró por mi ventana producto de los relámpagos que provocaba la tormenta, pude ver la silueta de una mujer junto a la cuna de mi pequeño, era una maldita vampira, estaba seguro, pensé que por huir de la ciudad estábamos a salvo, pero obviamente no fue así.

Mi bebé lloraba, mientras aquella vampira lo sostenía en sus asquerosas manos, pero ella no se había dado cuenta que yo estaba allí tirado en el piso con arma en mano, e hice lo único que me quedaba por hacer antes de caer irremediablemente dormido, apunté lo mejor que pude y le disparé a la desgraciada, y soltó a mi hijo, luego pegó un alarido escalofriante y salió rompiendo la ventana, yo no recuerdo más nada de ese momento.

Al día siguiente, mi esposa y yo despertamos de nuestro sueño inducido, yo me levanté del piso aún con mi arma en mano y corrí a ver a mi bebé, el cual milagrosamente estaba en su cuna, llorando pero ileso, mi esposa lo cargó y nos abrazamos llorando, pero felices de que estuviera vivo.

Llamamos a la policía e intentamos por todos los medios de localizar a mi prima, pero no fue posible, no supimos nada de ella, así que decidimos regresar a casa, pero antes de irnos, la policía revisando, nos mostraron lo que encontraron en el ático, mi esposa y yo, quedamos pálidos de miedo, al ver que mi prima tenía muchos frascos llenos de sangre ocultos bajo una manta, además restos de pequeños huesos regados por el piso.

Nos fuimos de aquel lugar disparados, perplejos y perturbados, pero con nuestro pequeño a salvo, nunca más volví a saber de mi prima, y fue lo mejor, porque estoy seguro que fue ella misma, la que entró esa tormentosa noche, a beber la sangre de mi hijo.

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