Historias de Horror

Cuentos de terror del escritor panameño Enrique Ceballos

En esta historia de horror, Claudia, una joven que se dedica a disfrazarse de hada en fiestas para niños, ofrece cumplir un deseo a cada niño.

 

El negocio de amenizar fiestas para los niños, no iba como Claudia esperaba, desde hace ya algún tiempo no recibía ofertas que realmente le sirvieran para pagar todas sus deudas. Fue por eso que cuando la llamaron para asistir a una fiesta privada, al parecer de gente adinerada cuyo pequeño niño de 10 años cumplía, se alegró tanto que no se pudo negar.

El lugar era en las afueras, a Claudia le gustaba disfrazarse de hada madrina, y jugaba con los niños, pidiéndoles que depositaran en una bolsa todos sus deseos que ella sin leerlos y con solo el toque de su varita mágica los haría realidad.

La casa era grande y podrían haber al menos unos 30 o 35 niños, Claudia nunca había estado al frente de tantos, aunque a pesar de los nervios, se sentía feliz porque la paga era buena. Los niños eran como todos, juguetones, saltando por todas partes, pero en cuanto vieron a Claudia disfrazada de hada dispuesta a cumplir sus deseos, todos fijaron su mirada y atención en ella.

-Buenas tardes niños, soy el hada Claudia, estoy muy feliz de estar con ustedes, por favor escriban en un pequeño papel sus mas profundos deseos, deposítenlos dentro de esta bolsa, yo la tocaré con mi varita mágica, y en 3 días se harán realidad…

Los niños estaban impresionados con las palabras del hada, sus ojitos brillaban de felicidad y rápidamente todos empezaron a escribir sus deseos, al finalizar el hada efectivamente tocó la bolsa con su varita mágica dando por terminada la tarde, luego de un rato mas, la fiesta terminó y Claudia se retiró a su casa, no sin antes ver como todos los niños la miraban con ilusión y sonrisas en sus pequeños rostros.

Claudia estaba agotada, asi que apenas llegó se acostó a dormir, los primeros días fueron normales sin ninguna novedad fuera de lo cotidiano, sin embargo al tercer día de haber regresado de la fiesta, desde que se levantó a para hacer su desayuno, extraños ruidos se escuchaban en la casa, Claudia vivía sola, asi que no era normal, incluso pudo ver una pequeña sombra corriendo por la pared, ella no prestó mucha atención a esto y salió del lugar para regresar de noche.

Esa noche mientras estaba sentada en a sala viendo televisión, se dio cuenta de que aun tenía la bolsa de los deseos de los niños justo a su lado en el sofá, Claudia sonrió recordando el momento que pasó con los chicos e intentó abrirla para leer algunos, pero fue interrumpida por alguien que tocaba a su puerta.

Claudia estaba extrañada, no espera visitas a esa hora, al acercarse a la puerta y abrir, su sorpresa fue mayor, al ver que se trataba de uno de los niños que estaban en la fiesta, Claudia no entendía como ese chico había encontrado su dirección, ni mucho menos que hacía alli, el niño se encontraba solo, como era posible?

-Hola como estas?… como llegaste aqui?…donde están tus padres?

El niño no respondió a esa pregunta, solo empezó a llorar sin parar, haciendo que Claudia no tuviera mas remedio que dejarlo pasar adentro, para luego averiguar que sucedía. Luego de un rato el niño estaba un poco calmado, y Claudia le preguntó nuevamente que hacía alli.

-Necesito que me digas como llegaste aqui, debo llamar a tus padres…

-Porque no has cumplido mi deseo?

Fue lo único que le respondió el niño, quien ahora mostraba un semblante mas serio y algo molesto.

-Tu deseo?…o lo siento, realmente no soy un hada real, es solo parte de mi trabajo, tu eres un niño muy lindo y s te portas bien, seguro tus padres te cumplirán tu deseo…cual era ese deseo tuyo?

El niño muy serio y sin quitar su mirada de encima de Claudia, le pidió que le acercara la bolsa de los deseos, y asi lo hizo Claudia, un poco perpleja por la actitud del niño, el chico metió la mano en la bolsa buscando su papel, y se lo entregó a Claudia, que con una sonrisa lo abrió lentamente para leer que decía.

-Veamos cual es tu deseo, asi tal vez dejes de llorar y si lo puedo cumplir lo haré…

La sonrisa cómplice de Claudia se borró de su rostro al ver que el papelito del niño decía:

«DESEO QUE MATES A MIS PADRES»

-Pero que deseo es este niño?

-No has cumplido mi deseo, ya pasaron 3 días, porque no lo has hecho?

-Será mejor que llame a tus padres, no debiste venir aqui…

El niño, ahora muy molesto con Claudia por no cumplir su deseo, se lanzó repentinamente sobre ella, atacándola con gran fuerza, mordiéndole la cara mientras apretaba su cuello, Claudia gritaba e intentaba defenderse, pero la fuerza del niño no era normal, tampoco lo eran sus ojos que brillaban de un color rojo y babeaba como animal.

Claudia logró empujarlo y trató de tomar el teléfono, pero fue sujetada por la pierna, ya que una mano de uñas largas y negras no se lo iba a permitir, nuevamente el chico volvió a morderla arrancándole un pedazo de carne de su estómago mientras luchaban en el suelo, Claudia a pesar del dolor, le pudo dar un golpe muy fuerte en la cabeza al niño, quien cayó aparentemente desmayado en el suelo.

Claudia estaba mal herida y sangraba por los arañazos y las mordidas que había recibido, sin embargo se pudo poner de pié y tomar el teléfono para llamar a la policía, los cuales le informaron que llegarían en unos minutos, mientras, Claudia se aseguró de atar al niño y luego de tratar de recuperarse, tuvo la curiosidad de revisar nuevamente la bolsa de los deseos, pero ella no tenía ni idea de lo que iba a encontrar al leer algunos de los otros deseos expresados por aquellos dulces niños, ya que todos eran acerca de que mataran a sus padres, de que todas las personas tuvieran vidas miserables, cosas como la fuerza para poder comer gente, todos, todos eran deseos malignos que Claudia debía cumplir, o al menos asi dijo ella que haría sin saberlo…

Ella lanzó la bolsa contra la puerta atemorizada y asustada, sin poder dejar de llorar, no entendía adonde había ido ese día, con que clase de niños estaba tratando, en ese momento tocaron a su puerta y Claudia corrió a abrirla, esperando ver a la policía, solo que se encontró con los otros 29 o 34 niños, que venían a reclamar porque después de 3 días, Claudia aun no cumplía sus deseos.

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